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Condenado a cuatro años de prisión el hombre que intentó vender 15 obras de arte fraudulentas en Madrid

La Audiencia Provincial considera que Guillermo Chamorro se valió de la mediación de una sala de subastas para comerciar con piezas falsas de autores como Eduardo Chillida, Roy Lichtenstein o Edvard Munch

Guillermo Chamorro entra en la Audiencia Provincial de Madrid en diciembre de 2022.
Guillermo Chamorro entra en la Audiencia Provincial de Madrid en diciembre de 2022.Luis Sevillano
Patricia Casas

Guillermo Chamorro, de 67 años, deberá cumplir cuatro años de prisión por un delito continuado contra la propiedad intelectual y otro de estafa por el intento de venta de 15 obras de arte falsas de artistas como Eduardo Chillida, Roy Lichtenstein o Edvard Munch. Según la Audiencia Provincial de Madrid, el condenado se valió de la mediación de la casa de subastas Setdart para comercializar las piezas. De las 16 que iba a vender en la casa de subastas, 15 han resultado ser falsas. En la sentencia se apunta que bien podrían ser copias realizadas por Chamorro o por un tercero, pero que en todo caso el condenado conocía su falsedad.

El caso se inició en marzo de 2019 cuando Max Weber, un ciudadano austriaco, denunció al condenado en una comisaria de Chamberí. Este hombre acusó a Chamorro de venderle, a través de la casa Hampel (Múnich), una falsificación de Paris de Chillida y quiso alertar a la policía de que había visto dos cuadros propiedad de Chamorro apoyados en una pared de la casa de subastas Setdart. Aunque en la vista el acusado defendió que la empresa alemana le había robado 29 obras de arte y no reconoció en fotos las piezas investigadas como las suyas, la magistrada ha concluido que las adquiridas por Weber eran suyas, dado que su nombre consta en las facturas remitidas al juzgado por la casa de subastas.

La historia del condenado con Setdart es lo que más páginas de la sentencia ocupa debido a su complejidad. Cuando los agentes se personaron en la empresa en marzo de 2019, Vicens Pascual, el gerente en aquel momento, negó que tuvieran ninguna otra pieza de Chamorro. Fue una de las empleadas la que señaló a los agentes que en un almacén guardaban otras cinco. El único documento que vincula al acusado con la casa es la segunda incógnita. Es un contrato de mediación entre Chamorro y Setdart al que se le adjuntan hojas de registro con cada lote u obra que se deposita en la empresa; sin embargo, estas páginas no se presentaron en la causa. Una de las trabajadoras citadas en la investigación explicó que cuando el cliente es de confianza, como lo era el acusado, no se realizaban estos escritos y quedaba el registro en el sistema informático. Aunque Chamorro aseguró que su única relación con la empresa eran las felicitaciones navideñas que mandan a los clientes. Los agentes encontraron 10 obras en Setdart y las cinco restantes, que correspondían a José Guerrero, ya se habían vendido.

'Whaam!' (1963), una de las piezas falsificadas Roy Lichtenstein.
'Whaam!' (1963), una de las piezas falsificadas Roy Lichtenstein.

Ante las insinuaciones de la defensa de que todo se trataba de un complot, la sala ha concluido que fue Chamorro quien dejó las obras para su expertizaje y venta, corroborado por “la forma de proceder” de la casa de subastas, los testimonios y las fotografías de las piezas en el momento que fueron entregadas. Además, Setdart aportó una serie de facturas que el condenado les había entregado para garantizar la originalidad donde aparece su nombre.

La suma de las indemnizaciones que Chamorro tiene que asumir asciende a más de 105.000 euros. El hombre, que según explicó en la vista vendía obras de arte para su jubilación, debe pagar a los compradores 578,45 euros a la galería El Marco Verde, 8.524,60 euros a Gonzalo R. D. y 8.280 euros a José Luis C. B.. Además de 48.000 euros a los herederos de José Guerrero y 39.700 euros a la Compañía Zabalaga Leku, encargada del patrimonio de Eduardo Chillida, por los daños y perjuicios morales causados a la imagen de la obra de los artistas. Del resto de los pintores falsificados, los herederos Lichenstein y Steinberg no se han personado como acusación y hace más de 75 años de la muerte de Munch, por lo que ya no existen derechos de propiedad intelectual. La sentencia no es firme y Chamorro aún tiene derecho a apelar la decisión de la jueza ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

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