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EL FARO DEL FIN DEL MUNDO
Columna
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El peligroso SS Otto Skorzeny de Almudena Grandes salta al cómic

El jefe de comandos de Hitler, personaje en ‘Los pacientes del doctor García’, aparece dibujado en la versión en viñetas de la novela de la añorada escritora

Jacinto Antón
Otto Skorzeny dibujado por Claudio Stassi en la novela gráfica 'Los pacientes del doctor García'.
Otto Skorzeny dibujado por Claudio Stassi en la novela gráfica 'Los pacientes del doctor García'.

He leído con muchísimo interés la adaptación al cómic de Claudio Stassi de Los pacientes del doctor García (Tusquets, 2017), mi novela favorita (y de muchos lectores: le dieron el Premio Nacional de Narrativa de 2018 por ella) de Almudena Grandes, con permiso de Las edades de Lulú, que tantos llevamos en nuestra memoria, en nuestro corazón y en otras partes. La versión en viñetas (pronto llegará la serie televisiva) me ha parecido muy buena, realmente espléndida, y me ha devuelto a la lectura de ese libro de Almudena que significa mucho para mí, no solo porque, como he dicho, me encantó, sino porque me permitió tener una relación personal con la escritora, tan añorada.

En realidad fue una relación a tres bandas, en la que el tercer vértice del triángulo (literario) era nada menos que el coronel de las SS Otto Skorzeny, el célebre jefe de comandos favorito de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y que aparece como parte de la trama en Los pacientes del doctor García (en la pantalla lo encarnará Marius Biegai, actor paradójicamente de origen polaco). Dada mi conexión con Skorzeny (mi padre y otros familiares lo conocieron personalmente durante su exilio en España y, en parte por eso, porque tanto ha merodeado por mi vida, es un personaje que siempre me ha interesado), Almudena Grandes me pidió que le presentara su novela en Barcelona. Y además luego salimos los dos hablando, a cuál peor (Almudena y yo competíamos con Indiana Jones en odiar a los nazis), sobre el militar del III Reich en el revelador documental sobre su figura que se estrenó en 2020 (El hombre más peligroso de Europa. Otto Skorzeny en España, de Pedro de Echave y Pablo Azorín).

La novela, recordarán, trata sobre un médico que trabajaba para la República durante la Guerra Civil y se veía forzado a cambiar de identidad al acabar esta para evitar las represalias franquistas. A través de un influyente personaje republicano al que había salvado la vida se veía inmerso en un complejo plan de infiltración en la red de huida de criminales nazis a través de España (la legendaria telaraña que hizo popular Frederick Forsyth en 1972 en Odessa). La novela de Almudena, excelentemente documentada a la par que muy emocionante, describía, a la vez que la terrible vida de la posguerra, las interioridades de la red de evasión y a sus personajes, entre ellos Clarita Stauffer, a la que también conoció mi padre, y Skorzeny.

El oficial alemán de las SS Otto Skorzeny, en 1943.
El oficial alemán de las SS Otto Skorzeny, en 1943. Heinrich Hoffmann (Ullstein bild via Getty Images )

Fascinado de niño con las aventuras bélicas del fornido militar alemán de la cara cosida a cicatrices de sable (el rescate de Mussolini en el Gran Sasso, la operación Greif con su unidad disfrazada con uniforme enemigo tras las líneas estadounidenses en las Ardenas…), la vida afortunadamente me ha ido distanciando del deslumbramiento por sus hazañas, lo que no quiere decir del interés por el tipo. Con el tiempo he descubierto que era un fanfarrón y un hombre brutal y sin escrúpulos (audaz y temerario, eso sí), pero sobre todo que de soldado apolítico que luchaba una guerra limpia —como él trató de venderse tras la contienda—, nanay. Y es que no eres oficial de las SS, pasas por la Leibstandarte, la Totenkopf y la Das Reich, te codeas con lo peor del III Reich y Hitler te aprecia tanto como a Leon Degrelle impunemente.

Muchas cosas perversas de Otto ya son sabidas, como que participó en la destrucción de sinagogas en su Viena natal, que persiguió con saña a los conjurados del atentado del 20 de julio (ese día se hizo gran amigo de Remer), que no dudó en ejecutar a los hombres bajo su mando que titubeaban (aunque luego él se rindió y santas pascuas) o que estaba al corriente del Holocausto, que nunca condenó. Su mano derecha y simpático camarada en los libros de memorias de guerra que publicó, Karl Radl, había sido enlace del IX Ejército con los Einsatzgruppen y fue testigo de la masacre de 500 judíos en Wilejka. Vamos, que es imposible que Otto, además íntimo de Kaltenbrunner, ignorara las prácticas genocidas del régimen nazi. De hecho, Eichmann explicó que Skorzeny y él coincidieron en un encuentro de las SS en 1945 en el que el primero dio una conferencia sobre el rescate del Duce y el segundo sobre la Solución Final (a lo mejor Otto estaba en ese momento en el bar).

A Almudena Grandes, para la que Skorzeny, pese a su perdurable leyenda autoimpulsada (incluso vanagloriándose de acostarse con Evita Perón), era simplemente un despreciable matón, le interesaba más el personaje de después de la guerra, el empresario de éxito y conseguidor para los industriales alemanes que se movía como pez en el agua en la España franquista mientras ayudaba a sus viejos camaradas y festejaba brazo en alto con ellos. Un individuo que, sin embargo, aprovechó la coyuntura de la Guerra Fría para colaborar con la CIA y llegó a actuar de agente para el Mossad israelí, probablemente a cambio de inmunidad. Así que Otto, conocido como Rolf, no desentonaba en el fondo en el baile de identidades dobles de la novela de la escritora. Almudena retrató a Otto Skorzeny en Los pacientes del doctor García, cuyo protagonista lo conoce en el restaurante alemán Horcher, de Madrid, como un gigante vanidoso y peligroso que curiosamente —porque es lo mismo que me explicó mi padre— te levantaba del suelo al darte un abrazo, tal era su poderío físico. Por eso, Mussolini no las tenía todas consigo (y ni digamos el piloto de la avioneta, el capitán Heinrich Gerlach) al ver que el macizo SS se embutía a su lado en la carlinga de la frágil Cigüeña, que solo admitía a un pasajero, con la que le sacaron del Gran Sasso aquel 12 de septiembre de 1943. Y es que Skorzeny, gran propagandista de sí mismo, no se iba a perder la fama de llegar con el Duce bajo el brazo. Años después pretendía que se hiciera una versión cinematográfica de sus aventuras y que lo interpretara ¡Burt Lancaster! (véase Otto Skorzeny, the devil’s disciple, de Stuart Smith, Osprey, 2018).

Viñetas en las que aparece Otto Skorzeny en la adaptación al cómic de 'Los pacientes del doctor García'.
Viñetas en las que aparece Otto Skorzeny en la adaptación al cómic de 'Los pacientes del doctor García'.

Recuerdo que en el coloquio durante la presentación de su libro en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona en septiembre de 2017 le pregunté a Almudena por qué había elegido hacer que su Skorzeny hablara en esa curiosa mezcla de español e italiano que usa en la narración. Me dijo que se lo había inventado y que en el fondo su libro, pese a algunos excursos de no ficción, era una novela. Lo que me viene a la memoria sobre todo de aquella velada con el auditorio a rebosar es, más que la evocación de Skorzeny, el impresionante magnetismo y la popularidad de Almudena, a la que sus lectores querían como si fuera alguien de la familia. Se habló mucho ese día de feminismo, de franquismo, de sexo (hay bastante en Los pacientes del doctor García), así que el fantasma (y valga la palabra) de Otto Skorzeny debió estar muy rabioso al ver que, pese a mí, se le relegaba tanto al papel de secundario.

La adaptación al cómic (Planeta) ha sido, me comenta Claudio Stassi (Palermo, 1978), “un reto, de hecho el más grande de mi carrera; me ha supuesto más de un año de trabajo, en el curso del cual todavía pude hablar con Almudena Grandes que me pidió modificar algunas cosas, como dibujarle el pelo castaño a Guillermo, al que se lo había puesto rubio”. Stassi ha hecho más atractiva a Clarita de lo que era en realidad y ha reinterpretado en su intenso estilo de cariz expresionista las escenas de la novela. “Lo más difícil era convertir las casi ochocientas páginas originales en las algo menos de doscientas del álbum, y ver cómo plasmar gráficamente el extenso mosaico temporal de la narración, desde la Guerra Civil hasta la muerte de Franco. Opté por el uso del flash back, diferenciando a través del color o el gris”. Stassi tenía muy claro que se trataba de adaptar y que era imposible recoger toda la historia página por página. “Había que modificar y resumir, y eso obligaba a utilizar a fondo todos los recursos del lenguaje del cómic, y a eliminar algunas tramas, desgraciadamente, como la vida del verdadero Adrián y sus aventuras en Rusia, Estonia o Berlín, para centrarme en Manolo y Guillermo”. El dibujante ha echado el resto en escenas como las de las pesadillas de Manolo en la mesa de operaciones mientras le sacan las tres balas que le han alcanzado: imágenes espeluznantes a toda página de soldados esqueléticos, combates bajo las bombas y sangre que deja un reguero sobre el papel. “Me inspiraron unos frescos medievales de mi ciudad, del triunfo de la Muerte, y las escenas de la guerra de Ucrania que justo empezaba”.

Si a Claudio le sorprende mi interés por Skorzeny no lo demuestra. “Lo he dibujado tal y como era, apoyándome en sus fotos, como he hecho con todos los personajes históricos que aparecen. Pero, claro, mi estilo no es hiperrealista, así que lo reinterpreto con mi visión expresionista y por eso te puede sorprender. Por otro lado, yo plasmo al Skorzeny de después de la guerra, que cambió bastante, y ya no iba de uniforme”. Al dibujante, todo y que le saca algunos retratos impresionantes, Skorzeny no le ha interesado especialmente de entre la camada parda cobijada en España. “Me interesan todos, y estoy muy satisfecho de la doble página con los nazis y fascistas invitados a la fiesta que da Clarita en la colonia alemana de Camorritos, en Cercedilla”. Ahí aparecen, entre otros prendas, Degrelle, el oficial de las SS y la Gestapo Walter Kutschmann, jefe de Einsatzgruppen; el ustacha croata Ante Pavelic, el sucesor de Codreanu al frente de la Guardia de Hierro rumana Horia Sima, José Félix de Lequerica; el camisa negra británico amigo de Lord Haw-Haw Angus Macnab, y la hermana mayor de Claretta Petacci, la malhadada amante de Mussolini. “Fui a buscarlos, gráficamente, uno por uno, ha sido un trabajo brutal”. Como de cazador de nazis, le digo, y ríe. “Aquella fiesta, vaya personajes, de alguno me he tenido que inventar un poco la cara”.

Una página de la adaptación de 'Los pacientes del doctor García', por Claudio Stassi.
Una página de la adaptación de 'Los pacientes del doctor García', por Claudio Stassi.

No es la primera vez que Skorzeny, que ya fue personaje relevante en la novela de Philip Kerr Una llama misteriosa (RBA, 2009), desembarca en el cómic. Aparece, muy estereotipado, en el volumen 2 de Atomic Robo, de Brian Clevinger y Scott Wegener (Norma, 2010) y se le ha versionado también en anime. Pero el retrato de Claudio Stassi, que tanta justicia le hace a la visión de Almudena Grandes, es sin duda un hito: queda fijado a la memoria el perfil de costurones del SS y la mirada peligrosa de esos ojillos que tanto chispearon al reflejarse en los de su ídolo, Adolf Hitler.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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