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Jennifer Ackerman: “¿Cantan los pájaros al amanecer para romper el silencio? Sigue siendo un misterio”

La experta en pájaros se enamoró de las aves por un periquito bastante listo que tuvo como mascota. Su próximo libro tratará sobre los búhos

Carmen Pérez-Lanzac
Jennifer Ackerman.
Jennifer Ackerman.Robert Llewellyn

Se llamaba Gre-Gre [pronunciado gri-gri], y era un periquito listo como el demonio. El padre de Jennifer Ackerman (Omaha, Nebraska, 1959), aficionado a la observación de aves, lo trajo como mascota y el animal se convirtió en un experto ladrón de cereales. Ackerman, entonces una niña, tenía que hacer una barricada con cajas de galletas y bricks de leche alrededor de su cuenco de cereales. Pero Gre-Gre siempre daba con la forma de birlar algún copo. El asombro por la habilidad de esta pequeña ave sumada a la pasión por los pájaros que le transmitió su padre, moldeó su proyecto de vida. Hoy es una de las divulgadoras sobre aves más importantes del planeta.

Ackerman responde por videoconferencia desde su casa en Charlesttone, Virginia. Tras la ventana asoman árboles frondosos. Su vida transcurre entre viajes para estudiar distintas especies de aves seguidos de semanas de escritura que culminan en un libro. En 2015 publicó ‘El ingenio de los pájaros’, donde se centró en la inteligencia de estos animales. En septiembre, ‘La conducta de los pájaros’ (ambos de la editorial Ariel), donde se centraba en sus comportamientos más intrigantes. Su próximo libro, en cuya redacción se halla todavía enfrascada y que la ha llevado hasta las profundidades de Brasil, se centrará en los búhos. ¿A quién tengo que untar para que intercambie nuestras vidas?

PREGUNTA. ¿Qué le atrajo de los pájaros? ¿Podría haber sido otro animal?

RESPUESTA. Me encantan desde niña. Hacía observaciones de aves con mi padre cuando vivíamos por Washington DC. Con cuatro hermanas, la mejor forma de tener a mi padre para mí a solas era salir con él antes de la madrugada y acompañarle en sus observaciones. Tenía unos 7 años cuando empecé a hacerlo. Nos parábamos a escuchar y empezaban a llegar los trinos. Me enamoré ahí mismo de ellos.

P. ¿Qué le enseñó su padre en esas excursiones? ¿Ha sido determinante de alguna forma?

R. Era muy bueno reconociendo a los pájaros por su sonido. Tenía mucho oído. Siendo boyscout aprendió a reconocerlos gracias a un señor mayor enamorado de las aves que era ciego y las reconocía por su canto. A mí eso no se me da nada bien, pero sí aprendí de mi padre a escuchar con atención. Murió hace justo un mes.

P. La acompaño en el sentimiento. Este ‘hobbie’ de su padre en su caso se ha convertido en una completa inmersión.

R. Sí, y surgió de forma natural. Trabajaba en la Sociedad de National Geographic como divulgadora científica, me encantaba estar al tanto de todas las novedades editoriales sobre pájaros, y fui descubriendo las maravillas que se iban investigando sobre el funcionamiento de sus cerebros, de sus comportamientos… Quise saber más.

P. ¿Cuál fue su primer proyecto?

R. Me mudé durante tres años a la casa de la playa de mi padre y todos los días daba dos paseos rodeando la bahía y bordeando el mar. Lo hacía justo antes del amanecer y cuando ya había oscurecido y tomaba notas de cada cosa que veía. Luego, ya en casa, contactaba con científicos y les pedía información acerca de los comportamientos que había observado.

P. ¿Qué tipo de preguntas les hacía?

R. Me interesó mucho cómo hacía el águila pescadora para criar a su familia: migraba a Latinoamérica y luego, pasados los meses, regresaba al mismo lugar dónde había nacido, reconociendo su “casa” desde el cielo. ¿Cómo logra algo así?, preguntaba.

P. En su último libro cuenta cómo se las arreglan los pájaros para cantar casi a coro durante el amanecer.

R. Es un fenómeno que sucede por todo el planeta, en algunos sitios empieza a las 4h y dura varias horas. A veces empiezan los pájaros más grandes. En mi jardín los primeros son los petirojos y los tordos. Con el tiempo he aprendido que más que por su tamaño lo que cuenta es el tamaño de sus ojos: como tienen más capacidad visual empiezan antes a cantar. Pero todavía no acabamos de entender por qué cantan tan intensamente antes del amanecer.

P. ¿Ha visto muchos amaneceres estudiando este fenómeno?

R. Muchos. Uno de mis lugares favoritos para disfrutar de este espectáculo está en Australia: el Bosque de Pilliga. Una cacofonía de buhós ladradores, urracas, cacatúas… Hay diversas teorías respecto al por qué de este canto compartido. Una afirma que se debe a la ausencia de sonido que suele haber a esas horas de oscuridad, para romper ese silencio. Otra a la temperatura y al aire más calmado que hace que su sonido llegue más lejos. También puede ser que canten porque les gusta y punto. O que la ausencia de luz haga que de todos modos no puedan encontrar alimento. O que sea un simple calentamiento para el resto del día. Es un misterio.

P. ¿Tiene que aprender a hacerlo?

R. Exactamente como nosotros con el habla. También tienen que escuchar, imitar, practicar y equivocarse. Es rarísimo en el mundo animal.

P. Creo que hay un pájaro que mediante su canto puede alertar a sus congéneres sobre qué tipo de atacante se acerca e incluso de durante cuánto tiempo tienen que estar escondidos.

R. Es el mielero de Nueva Holanda. Puede avisar sobre qué tipo de depredador se acerca, cuánto va a tardar en llegar, en qué dirección lo hará y por cuánto tiempo tienen que esconderse. Una investigadora lo grabó durante semanas así como las reacciones del resto de los pájaros. Llegó a la conclusión de que transmiten información concreta. Ten en cuenta que lo que oye un pájaro es totalmente distinto de lo que oímos nosotros.

P. ¿Qué está suponiendo el cambio climático para los pájaros?

R. Se calcula que una de cada ocho especies está en peligro de extinción. Las dos causas son el cambio climático y la pérdida de sus hábitats.

P. Menuda joyita estamos hechos.

R. Lo más dramático es la pérdida de aquellos pájaros que sobreviven en determinados hábitats y son poco números y que han logrado adaptarse para sobrevivir y están muy especializados… Pero los pájaros más comunes también están en peligro. La subida del nivel del mar está destrozando la zona de cría de muchas aves, los pájaros migratorios se están viendo comprometidos por la falta de comida en sus nuevas rutas migratorias… El problema, por desgracia, está muy extendido.

P. ¿Tiene alguna migaja de esperanza que aportarnos?

R. Algunos animales se están adaptando bien a los cambios. Están adaptando sus migraciones, están partiendo antes de lo que solían hacerlo. Y si un pájaro descubre una nueva forma para lograr comida compartirá su información con el resto. Habrá especies que sobrevivirán.

P. En Madrid, hace unos años y por la insistencia de los ecologistas, se levantaron las presas que cerraban el río Manzanares. Se ha recuperado la fauna del río y hemos podido ver el regreso de garzas reales, martinetes, galápagos…

R. Sucedió exactamente lo mismo cerca de donde vivo. En el río Rivanna había una presa y logramos que se levantara hace diez años. La naturaleza volvió con fuerza y regresaron las garzas azuladas, águilas, tortugas. Que una cosa tan pequeña pueda restaurar todo un ecosistema es maravilloso. ¿Me mandas una foto de tu río?

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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