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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Clara Segura, una de las grandes

La actriz aborda con enorme talento, en el TNC de Barcelona, 'La bona persona de Sezuan', una de las mejores piezas de Brecht

Marcos Ordóñez
Una escena de 'La bona persona de Sezuan'.
Una escena de 'La bona persona de Sezuan'. DAVID RUANO

Clara Segura ha hecho, con enorme talento, sensacionales personajes y funciones. Ahora acaba de bordar, en el TNC de Barcelona, La bona persona de Sezuan, una de las mejores piezas de Brecht. Quedamos para desayunar. Le digo que me parece muy duro no abandonar el escenario durante más de tres horas, y además haciendo dos personajes. Con irónica humildad me dice: “Y tarda mucho el intermedio para poder ir al lavabo”.

Hablamos de lo que se habla poco. La maternidad, por ejemplo. “Hace poco vi una entrevista con Ian McKellen, donde decía que le cuesta entender a los actores que son padres. Acababa la función, estaba vaciado y necesitaba la soledad del día siguiente para recuperar la energía antes de volver a escena. Yo no tengo tiempo para pensar si me he vaciado o no (ríe) porque tengo dos hijos. El día del estreno de La bona persona cayeron los dos enfermos. Me daban ganas de decirles: ‘¡Es mi semana! ¡No os podéis poner enfermos!’. No me pierdo llevarles al cole, porque está claro que por la noche no puedo verles. Mi pareja es músico, tenemos horarios muy parecidos. Y a veces coincidimos en los bolos. La vida de la farándula suele ser arrolladora, pero lo mejor es que no te permite estar pendiente de ti misma. No puedes permitirte ese lujo”.

Le pregunto por el trabajo con Oriol Broggi, que la ha dirigido en diez funciones, no precisamente fáciles, con grandes éxitos como Bodas de sangre, Una giornata particolare, Incendis, Hamlet, Electra, Antígona… Le digo que les imagino entendiéndose a menudo casi sin palabras. “Bastante, sí. Tengo en él una confianza absoluta. Estudiamos juntos, crecimos juntos. A veces me entero de su idea de la obra en la rueda de prensa. No importa, porque sus indicaciones siempre son concretas y prácticas. Al principio de Electra, por ejemplo: “Estás cansada”. Otro te diría algo como “sientes el peso del mito”. "Broggi te hace ver que estás cansada porque es de madrugada y Electra no ha dormido. Es muy intuitivo. Somos un poco como esas parejas que se encuentran cuando realmente se necesitan”.

Más tarde me dice que la gasolina de un buen director es una mezcla de intuición y entusiasmo. “Se nota en el acto cuando un director quiere realmente hacer una función, porque te vende la moto en un momento y tú te entusiasmas. Básicamente, actores y directores somos entusiastas”. Anoto también que su mayor placer son las comedias dramáticas “en las que ríes y se te rompe el corazón, como ¿Estás ahí?, de Javier Daulte, otro gran director”. Y, sobre todo, los personajes de acción. “Me encantaría hacer Cyrano de Bergerac. O musicales: Victor Victoria. Y volver a trabajar con Bruno Oro. También tengo ganas de pasar al otro lado y tratar de ayudar. Dirigir. Creo que entiendo bien lo que les pasa a los actores. Al equipo. Una obra de teatro es un barco. Depende de todos los marineros, del capitán, de cómo esté el mar y cómo sople el viento”.

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