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Las últimas lluvias llenan lagunas en Doñana y dan un respiro a las Tablas de Daimiel

Los científicos advierten de que se necesitan más precipitaciones y que estos episodios no solucionan el problema estructural de la sobreexplotación de los acuíferos

Antes y después de la vista desde la Torre del Palacio de Doñana, que pertenece al Parque Nacional de Doñana. A la izquierda, en octubre de 2023 y a la derecha, en abril de 2024.
Antes y después de la vista desde la Torre del Palacio de Doñana, que pertenece al Parque Nacional de Doñana. A la izquierda, en octubre de 2023 y a la derecha, en abril de 2024.EDB/CSIC
Esther Sánchez

El Parque Nacional de Doñana ha recuperado una imagen similar a la que tenía en estas fechas hace años, con el llenado casi total de grandes lagunas como la de Santa Olalla, el Sopetón o la Dulce gracias a una lluvia que se concentró sobre todo durante Semana Santa. Pero, a pesar de la subida, hay zonas de la marisma que no se han inundado y “los problemas estructurales, invisibles y vinculados a la sobreexplotación de las aguas subterráneas principalmente por la agricultura, continúan”, advierte Javier Bustamante, investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC). Otros espacios naturales como el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel se están beneficiando del agua caída, aunque en menor medida: desde el domingo, el cauce del río Cigüela, que había desaparecido en 2013, ha vuelto a desembocar en el espacio natural. Es demasiado pronto para comprobar los beneficios de este regreso, indican fuentes cercanas al parque nacional manchego, y el Instituto Geológico Minero está recopilando todavía los datos de la subida del acuífero del que dependen las Tablas.

En Doñana, el agua ha llegado tarde para las aves invernantes, que pasan las épocas frías en estos humedales y regresan en verano a Alemania, Francia, Holanda..., y que este año han registrado mínimos históricos con solo 120.649 ejemplares, menos de la mitad que hace un año, indican los datos de la EDB publicados este febrero. Pero será muy útil para el crecimiento de la vegetación y la cría de otras especies acuáticas. De la mejoría de las marismas y lagunas de este espacio protegido de Andalucía disfrutarán fochas, calamones, somormujos, zampullines, cigüeñas y ardeidos, grupo que incluye a diferentes especies de aves zancudas.

Durante el mes de marzo han caído allí 145,3 litros por metro cuadrado, la mayor parte durante la Semana Santa. En total, en lo que llevamos de año hidrológico ―periodo de 12 meses entre octubre y septiembre― se acumula una precipitación de 404,4 litros por metro cuadrado, que supera a la de los tres años anteriores por estas fechas, pero que no alcanza la media histórica por ciclo, que es superior a 500 litros por metro cuadrado. Se necesitaría que lloviera más durante la primavera para alcanzar esa cifra. Y no se puede olvidar que Doñana lleva más de 10 años con precipitaciones por debajo de la media, “lo que evidencia un problema de sequía casi estructural”, señala la EBD.

“Quizá se produzca alguna precipitación más, pero a medida que nos acercamos al verano la probabilidad es menor”, indica Bustamante. En el parque nacional no suelen repetirse dos años iguales en cuanto al clima, según indican los registros tomados por la EBD desde hace 60 años. “Lo normal es que llueva de final de otoño a principios de invierno y que luego haya otro pico en primavera entre marzo y abril y este año el golpe se ha concentrado en Semana Santa, una situación que encaja con las predicciones de que con el cambio climático las lluvias se están volviendo más irregulares y más torrenciales”, añade.

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Antes y después de la laguna La Jabata, que pertenece al Parque Nacional de Doñana. A la izquierda, el verano pasado y a la derecha este mes. Miguel de Felipe

En las Tablas de Daimiel ha caído agua, pero nada comparable con Doñana. En este momento, hay inundadas 440 hectáreas de las 1.750 totales, y la mayor parte se debe a que el parque nacional está tomando agua de forma artificial del acuífero. En octubre del año pasado solo había 20 hectáreas inundadas. El lugar lleva sumido en un periodo seco desde hace 10 años y con su régimen natural completamente perdido. Con el llenado desde los pozos de emergencia se evitó que la turba ―carbón formado por residuos vegetales― del subsuelo entrara en combustión debido a la falta de agua, como ya ocurrió en 2009. En marzo han recogido 120 litros por metro cuadrado, una precipitación considerada entre media y alta en la zona, con una aportación de 70 litros por metro cuadrado también concentrados en Semana Santa. Son unas precipitaciones muy bienvenidas que han provocado que el cauce del Cigüela, uno de los ríos que aportan agua al humedal, haya resucitado

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¿Cómo beneficiará al parque? Es complicado saberlo, porque es demasiado pronto (solo han pasado tres días desde que el río comenzó a correr) y, además, porque la zona norte del parque permanece completamente seca desde 2018. El agua debe saturar primero el suelo, y después subiría el nivel del acuífero, que se declaró sobreexplotado en 1994 debido principalmente a la actividad agrícola del entorno.

Estas lluvias extraordinarias tienen un efecto importante a corto plazo para muchas zonas del país, pero no a largo, advierte Belmonte, científico de la EBD, que incide en la necesidad de afrontar los déficits estructurales. “Ahora mismo, las tres lagunas [en Doñana] tienen un aspecto saludable, pero dependen de que el acuífero se recargue y es un proceso muy lento, así que si se continúa consumiendo agua subterránea y esta no se repone, habrá problemas”, explica. “Desde el punto de vista de Doñana es un agua muy beneficiosa para las aves reproductoras en primavera, pero hay que tener en cuenta que el agua de las marismas se evapora y si no sigue lloviendo, las invernantes tendrán el mismo problema que este año”.

Otro de los humedales que se ha beneficiado de las lluvias es la laguna de El Hito, una de las reservas naturales más emblemáticas de la Mancha conquense, indica la Fundación Global Nature, que trabaja en su conservación. Es una laguna estacional, “que ha pasado en unos días de contar con 20 centímetros de profundidad a unos 40. “Es el momento con más agua en el último lustro, lo que supone un gran beneficio para la biodiversidad del humedal”, indica. Esta laguna es uno de los pocos ejemplos de humedales salinos temporales que quedan en España, resto de antiguos mares interiores, donde se desarrollan especies de plantas e insectos endémicos de gran singularidad. Es la segunda zona de invernada de grullas más relevante de España y se han llegado a contabilizar 10.000 ejemplares.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.
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