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Venecia se vacía: por qué los canales se quedan sin agua

La insólita bajada del nivel del agua en los canales venecianos, provocada por varios fenómenos atmosféricos, se suma a una grave sequía en el norte de Italia

Góndolas en un canal sin agua, el pasado 18 de febrero. Foto: LUIGI COSTANTINI (AP) | Vídeo: EPV
Daniel Verdú

Las sirenas en este periodo del año ponen los pelos de punta al visitante primerizo. Los aullidos mecánicos indican que el acqua alta está a punto de consumar su amenaza y que las callejuelas de Venecia quedarán inundadas en pocos segundos. A las alarmas suele acompañar el retumbar metálico de los pasos de los vecinos sobre las plataformas elevadas hasta que vuelva a bajar. La ciudad lleva una vida protegiéndose del fenómeno y construyó durante 30 años una mastodóntica infraestructura de nombre bíblico (Mose) para frenar las embestidas acuáticas que el cambio climático había acentuado. Está en marcha, y funciona. Pero nadie esperaba este año, en cambio, que en un lugar asediado por el agua esta terminaría echándose de menos.

Muchos de los canales del centro de Venecia se han deshidratado estos días, un fenómeno relativamente corriente que había dejado de ocurrir en esta intensidad desde 2008. Los cimientos de los palacios asoman el miércoles por la mañana entre el barro. Las góndolas apenas pueden navegar por la zona de San Polo y los canales de Madoneta. Los turistas asisten maravillados —como con todo lo que sucede aquí— al espectáculo de la mayor industria turística del mundo varada sobre un montón de fango. “Si no es una cosa, es otra. Ya ve, aquí no ganamos para aventuras. Claro que trabajamos menos durante esas horas y muchas de las barcas privadas no pueden moverse”, dice Andrea, un gondolero apoyado en el ponte Bernardo, uno de los 436 que conectan las 121 islas de la ciudad de la laguna. “¿Quiere dar una vuelta?”, prueba señalando el cartel que fija en 80 euros la media hora de paseo.

El pico del fenómeno se produjo el miércoles a las seis de la tarde. Justo cuando la masa de turistas que acudieron al Carnaval se marchaba de la ciudad arrastrando sus maletas y vaciaba, de paso, también sus calles. La altura del agua de los canales ha estado estos últimos días muy por debajo de los 50 y 79 centímetros habituales. Lejos también del nivel alcanzado en 2019, en una de las peores acqua alta de la historia, cuando llegó a 187 centímetros. La época es clave. Alrededor del 70% de los fenómenos de baja marea ocurre en este periodo: de enero a febrero. La insólita postal veneciana, sin embargo, se debe ahora a una combinación de factores meteorológicos. Además de la evidente falta de lluvia que azota el norte de Italia, han coincidido en los últimos días una gran presión atmosférica, distintas corrientes marinas que afectan a la laguna y la luna llena. La excepcionalidad del fenómeno, explican desde el centro municipal de previsión de mareas, no está tanto en las medidas bajo cero de marea que alcanza la laguna (-60 centímetros en los últimos días, -56 centímetros hoy) como en su duración, que no se producía en estos términos desde hacía 16 años.

Las primeras imágenes de los canales estos días recordaban a la sequía que se extiende por todo el norte de Italia, donde el pasado verano ya se produjeron estampas como la de la cuenca del siempre caudaloso río del Po languideciendo sin apenas agua. De hecho, el río más largo de Italia, que va desde los Alpes en el noroeste hasta el Adriático, tiene hoy un 61% menos de agua de lo normal en esta época del año. Pero no es el único síntoma de la peor sequía en 70 años. Los niveles de agua en el lago de Garda, en el norte de Italia, también han caído a mínimos históricos, lo que hace posible llegar a la pequeña isla de San Biagio en el lago a través de un camino terrestre. Pero se trata de fenómenos paralelos. “La sequía es un fenómeno climático, no meteorológico, como las mareas. Pero las puntas están vinculadas a la temperatura”, apunta Gigi Lazzari, responsable de la región de Véneto de la organización ecologista Legambiente.

Botes en un canal sin agua en Venecia, este miércoles.
Botes en un canal sin agua en Venecia, este miércoles.Luigi Costantini (AP)
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Alvise Papa, responsable del organismo que mide y estudia las mareas en Venecia, descarta también el vínculo directo del vaciado de los canales con la sequía general. Pero su causa original, subraya, es la misma. “Se trata de un anticiclón estacionario desde finales de enero que provoca una alta presión. El fenómeno no permite a las perturbaciones llegar al norte de Italia, y, por tanto, no llueve. Pero la alta presión tampoco permite a la alta marea su desarrollo normal”, explica. “El anticiclón es una cierta circulación de la atmósfera y en el Adriático se traduce con vientos del norte, que provocan unas corrientes extrañas en el mar. El nivel medio del Adriático este febrero es de +2 centímetros, mientras que el año pasado era de +21″. Además, la alta presión no permite a la marea desarrollarse, es como si la aplastase. La marea entra normalmente en el canal de Otranto, sube por la costa croata y baja luego por la costa italiana. Con los vientos del norte ese flujo queda en parte disminuido. Así que el nivel medio del nivel Adriático se baja”. Papa apunta también al fenómeno gravitacional astronómico como causante de este extraño vaciado.

Un canal seco durante la marea baja en Venecia, este pasado martes.
Un canal seco durante la marea baja en Venecia, este pasado martes. Luigi Costantini (AP)

El problema en Venecia es que los canales, sin otra posible vía de movilidad, conforman su red de circulación. Pero la ciudad está acostumbrada a todo tipo de amenazas y en el Ayuntamiento restan importancia a todo el revuelo que se ha formado. “No hay necesidad de medidas particulares. Quienes llevan las barcas saben que no podrán pasar por algunos canales. Es algo que gestiona la empresa pública de transportes”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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