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Un aparcamiento para 7.000 bicicletas bajo el agua en Ámsterdam

La ciudad holandesa inaugura frente a la estación central de trenes un gran garaje para descongestionar la calle y ganar espacio a los viandantes

Recreación del interior del aparcamiento de bicicletas bajo el agua en Ámsterdam.
Recreación del interior del aparcamiento de bicicletas bajo el agua en Ámsterdam.Aiste Rakauskaite
Isabel Ferrer

Ámsterdam suma cerca de 900.000 bicicletas para una población de casi 882.000 habitantes, según las estadísticas municipales, y aparcarlas es un reto. También es un problema desde el punto de vista urbanístico, porque se acumulan por todas partes. En especial, alrededor de la plaza de la estación central de ferrocarril. Frente a su emblemático edificio de ladrillo rojo del siglo XIX, monumento nacional, se ha inaugurado este miércoles un aparcamiento sumergido, a nueve metros de la superficie. Tiene cabida para 7.000 bicis, está lleno de luz, y es una colosal obra de ingeniería que ha requerido vaciar un lago para bombear el agua de vuelta una vez finalizadas las obras.

La estación central de trenes de Ámsterdam está construida sobre tres islas artificiales, y Oriol Casas Cancer, el arquitecto español a cargo del proyecto, explica al teléfono que querían “ampliar el efecto del agua, proteger el edificio sin que hubiese obstáculos, y devolver espacio al peatón”. Su estudio de arquitectos, paisajistas y urbanistas (wUrck), con sede en Róterdam, ganó el concurso convocado por el Consistorio junto con la constructora Max Bogl, y la obra forma parte de un plan nacional para facilitar el estacionamiento de bicis alrededor de estaciones recuperado espacio público.

La empresa holandesa encargada del transporte de pasajeros (NS), y la organización que gestiona las infraestructuras (ProRail), facilitan estos proyectos en las ciudades, junto con la administración y los ayuntamientos, y el arquitecto ilustra con un ejemplo las condiciones de trabajo. Han operado bajo un lago cruzado por los barcos de turistas que recorren los canales. Dice: “Si levantas una baldosa del suelo en Países Bajos verás arena. Si quitas cuatro, parece una playa. Si escarbas un poco, surge el agua en muchos lugares porque su nivel freático es altísimo”.

Obras realizadas junto a la estación central de Ámsterdam para el aparcamiento de bicicletas.
Obras realizadas junto a la estación central de Ámsterdam para el aparcamiento de bicicletas. PAtrick Coerse

En el siguiente vídeo, que el Ayuntamiento de Ámsterdam publicó en Twitter, pueden verse de forma acelerada los cuatro años de trabajo:

Timelapse sobre el proceso de construcción del parking
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¿Cómo empezaron? En primer lugar, introdujeron “unas pantallas de tablestacas arriostradas [una estructura de contención] para poder hacer la excavación del solar con la forma del perímetro del edificio a construir”, señala el arquitecto. “Las pantallas forman un muro que permite quitar la arena, y sacamos 62.000 metros cúbicos. Pero a medida que avanzas solo encuentras agua, y se convierte en una piscina”, asegura. El siguiente paso consistió en hacer un forjado de hormigón, “denominado hormigón sumergido y que se trabaja debajo del agua con ayuda de buzos, a la altura del lugar donde debía construirse el estacionamiento de bicicletas”.

En total, utilizaron 21.000 metros cúbicos de hormigón, y 3.300 toneladas de hierro armado. “Después pudo vaciarse el agua, para poner el acabado del forjado de hormigón y empezar con la construcción del parking. Seguidamente, colocamos las columnas y se aplicó encima de nuevo forjado de hormigón. Una vez cerrado, volvimos a poner arena dejando entrar el agua, que se había vertido al río IJ y es la misma que entra por los canales”, sigue contando el arquitecto. El agua que fluyó para llenar otra vez el lago una vez concluido el trabajo equivalía a cinco piscinas olímpicas. El arquitecto asegura que el consistorio de la capital holandesa invierte a fondo en equipamientos de esta clase, “en su ejecución y mantenimiento, porque no solo benefician al peatón, sino que son una tarjeta de visita urbana”.

Puertas siempre abiertas

En el exterior, los barcos que llevan a los turistas de paseo atracan ahora encima del aparcamiento. Dentro, predomina el blanco y la luz. Las puertas son automáticas y están siempre abiertas. El recibidor dispone de un sistema automatizado que facilita el registro del ciclista con su tarjeta de transporte, o bien por medio de un dispositivo que se integra en la bicicleta. La bici puede ponerse dentro a dos alturas, y hay una conexión directa con los vestíbulos del metro y del ferrocarril a través de un túnel.

Recreación de la superficie del lago y su entorno una vez construido el aparcamiento.
Recreación de la superficie del lago y su entorno una vez construido el aparcamiento.Aiste Rakauskaite

“Hay una avenida central de columnas que tienen forma de gota invertida, y cuentan con luces de color rojo, ámbar o verde, para indicar dónde hay un sitio libre. En la parte más artística, busqué la colaboración del Museo Histórico de Ámsterdam para introducir la memoria del agua en relación con la ciudad”, señala el arquitecto español. En la pared hay una pantalla iluminada de 140 metros de largo, que han llamado Horizonte, con los planos de la capital holandesa, desde su origen hasta el siglo XXI. “Con ayuda de un algoritmo, seleccionamos luego obras de arte del museo relacionadas con el agua, y las hemos puesto en unos lucernarios circulares, los oculi (ojos) del techo. La oficina desde donde se gestiona el servicio es como una perla, como la de una ostra, por su cristal curvado”. Las bicis no se pueden dejar en depósito. Las primeras 24 horas son gratuitas, y luego cuesta 1,35 euros diarios.

La bicicleta es el medio de transporte más reconocible en Ámsterdam, cuyos habitantes recorren a diario con ellas dos millones de kilómetros (cincuenta vueltas a la Tierra), según datos municipales. De todos modos, el nuevo estacionamiento no está pensado para el ciclista regular, sino que facilitará los desplazamientos de los que la pedalean para llegar a la estación de ferrocarril. Suman un 50% de los que usan luego un tren como viajeros de cercanías, y una vez en su destino, aprovechan el transporte público.

Además de reducir la montaña de bicis aparcadas, la mejora del acceso al tren puede animar al ciudadano a utilizarlo de forma regular fuera de la urbe, en lugar del coche. El nuevo servicio ha supuesto cuatro años de trabajos, un desembolso cercano a los 140 millones de euros, y su interior luminoso y con ojo para el arte marca un punto de inflexión. No es solo un práctico almacén de bicis, sino un alarde de diseño y rigor arquitectónico. Este febrero, abrirá un estacionamiento similar, aunque esta vez sobre el agua, con 4.000 plazas, en la parte de atrás de propia estación de trenes de Ámsterdam.

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