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Loros que inventan palabras y orcas con sombrero: ¿pueden ser creativos otros animales?

Macacos que lavan boniatos, aves que roban leche o delfines que juegan mojando gaviotas. La lista de animales que innovan no es corta

Una orca juguetea en la isla de San Juan (Estado de Washington, EE UU).
Una orca juguetea en la isla de San Juan (Estado de Washington, EE UU).Jeff Foott
Laura Camón

Con tan solo seis meses de edad, a Dolly le encantaba llamar la atención de las personas que pasaban por el oceanario Port Elizabeth, en Sudáfrica. Solía coger una variedad de objetos como plumas, piedras, algas o pieles de pescado y presionarlos contra el cristal de la cámara de observación subacuática. Cuando era ignorada, se marchaba y volvía en tres o cuatro ocasiones sucesivas con objetos diferentes. Un día, un observador se encendió un cigarrillo y soltó una gran nube de humo ante la atenta mirada de la pequeña delfín. Acto seguido, Dolly nadó hacia su madre, y cuando regresó, soltó una bocanada de leche, produciendo el mismo efecto que el humo del cigarrillo. A partir de entonces, incorporó este nuevo truco a su repertorio de técnicas para captar la atención.

Con este comportamiento, Dolly hizo alarde de una impresionante capacidad imitativa, pero ¿podríamos decir que fue también creativa? La ciencia aún no ha llegado a un consenso sobre qué es exactamente la creatividad, en gran parte porque su estudio se puede abordar desde disciplinas variadas, como la psicología o el comportamiento animal, y cada una aporta matices diferentes. No obstante, la mayoría de las definiciones coinciden en que la creatividad es un proceso cognitivo que genera un comportamiento nuevo y útil. Así, podríamos decir que elaborar una pieza de arte única que transmita efectivamente un sentimiento es un proceso creativo, pero también lo es usar por primera vez una herramienta para solucionar un problema o inventar un juego que divierta.

La lista de especies que innovan en sus comportamientos no es corta, e incluye sobre todo loros, córvidos, primates y cetáceos. Álex era un loro al que enseñaron las palabras cherry para pedir una cereza, banana para pedir un plátano y apple para pedir una manzana. Enseguida empezó a utilizar bien cherry y banana, pero se negó a aprender apple. En su lugar, se inventó la palabra banerry, lo que resulta lógico dado que la manzana tiene la forma de una cereza pero el color de un plátano. Igualmente, los cuervos de Nueva Caledonia son excelentes innovadores, especialmente a la hora de usar herramientas, pues las fabrican frecuentemente en la naturaleza y en el laboratorio, han demostrado que saben usarlas para resolver nuevos problemas.

Modas culturales

Uno de los casos más famosos de innovación en primates es el llevado a cabo por Imo, una hembra de macaco japonés. A mediados de los años 60, en la isla japonesa de Koshima, Imo empezó a lavar boniatos en el mar para quitarles la arena antes de comérselos. Este comportamiento, que nunca antes se había observado, se extendió por la población de macacos en la isla y pasó a formar parte de su cultura. Otros macacos japoneses fueron observados al oeste de Kioto utilizando piedras para jugar. En este caso, también fue una hembra llamada Glance la que había comenzado la actividad, y en cinco años, esta costumbre ya era frecuente en el resto del grupo.

Es sorprendente la gran cantidad de comportamientos novedosos que se han documentado en cetáceos, siendo un grupo de animales mucho menos estudiado que los anteriores, debido a las dificultades prácticas obvias. En 1987, una orca hembra del estrecho de Puget, en Norteamérica, se puso por primera vez un salmón muerto en la cabeza a modo de sombrero. Enseguida, otros individuos de la zona empezaron a imitarla hasta que, seis semanas después, abandonaron el hábito. Aunque realmente se desconoce el motivo por el que las orcas llevaban salmones, todo apunta a que se trataba de un caso de moda cultural.

Animales
Los delfines saltan durante la temporada de primavera en Estambul, Turquía, el 18 de mayo de 2020.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)

Los cetáceos destacan de forma especial por su innovación en el juego, muchas veces a costa de otras especies. Unos delfines oscuros en Argentina, después de alimentarse de un banco de anchoas, agarraron cuidadosamente las patas de gaviotas desprevenidas y las sumergieron medio metro para seguidamente soltarlas. Con este juego tan peculiar y único, nunca llegaron a causar daño físico a las aves, simplemente parecían divertirse al mojarlas. Otro ejemplo es el de los delfines que molestan cachalotes. Tanto en la costa como en los barcos en movimiento, se originan olas que los delfines utilizan para surfear, pero estos inteligentes cetáceos también aprovechan las olas que generan los gigantes del mar. Cuando los cachalotes se mueven demasiado lento y las olas no son muy grandes, los delfines nadan cerca de sus ojos, consiguiendo así sacarles de quicio para que provoquen olas más grandes en las que surfear.

Todos estos son ejemplos llamativos de comportamientos novedosos, pero no siempre tienen que ser necesariamente fruto de la creatividad, pudiendo haber surgido por casualidad. Consideremos el sonado caso de los herrerillos que aprendieron a abrir botellas. En la Inglaterra de los años 1920, estaba asentada la costumbre de repartir diariamente botellas de leche que, tapadas con un precinto de aluminio, se dejaban a las puertas de las casas. Un día, un herrerillo aprendió a abrir las botellas para beberse la leche y esta destreza se extendió hasta llegar a países del continente como Holanda. Es posible que el primer pájaro que abrió una botella lo hiciera accidentalmente, tal vez al picotear un insecto que se arrastraba por la tapa de aluminio. Si no sabemos la manera en la que se ha generado un nuevo comportamiento, desconocemos el proceso cognitivo que hay detrás y, por tanto, no podemos hablar propiamente de creatividad. Por eso, quienes estudian el comportamiento de los animales en libertad suelen utilizar más el término “innovación”, ya que no hace referencia al proceso cognitivo.

Un nuevo truco

No obstante, los animales en cautividad se pueden someter a problemas nuevos en condiciones controladas. En el Centro Oceánico Makapuu, en Hawaii, la científica Karen Pryor realizó un famoso experimento en la década de los 60 llamado “la propuesta creativa”. El primer sujeto de estudio fue una delfín de hocico estrecho llamada Malia, que estaba acostumbrada a realizar distintos trucos ante el público. En sus sesiones de entrenamiento, Karen le daba una recompensa a Malia cada vez que realizaba correctamente un comportamiento.

A partir de cierto momento, la investigadora comenzó a recompensar al delfín solo la primera vez que hacía uno de los trucos durante la sesión, pero no si lo repetía. Cuando Malia agotaba todo el repertorio, empezaba a mostrar signos de frustración por no poder obtener más recompensas. Sin embargo, en la mañana del cuarto día, pareció entender de manera espontánea de qué iba la cosa. De pronto, dio vueltas para coger velocidad, se colocó boca arriba y derrapó por la superficie como si estuviese navegando. Había inventado un nuevo truco. A partir de entonces, Malia continuó generando nuevos comportamientos sin cesar.

Otros investigadores se han inspirado en el método de Karen para provocar conductas creativas en los animales. Louis M. Heman, profesor de la Universidad de Hawaii, entrenó a varios delfines para que, ante el gesto crear, respondieran haciendo un nuevo comportamiento. Incluso, posteriormente, consiguió pedir a dos delfines que generaran trucos por primera vez de manera coordinada. Estos ejemplos demuestran no solo que los delfines pueden ser creativos, sino también que parecen entender el concepto de novedad.

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Sobre la firma

Laura Camón
Es comunicadora científica, graduada en Biología por la Universidad de Salamanca y Máster en Primatología por la Universitat de Girona.

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