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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vigor en los estertores del PP

El Consell y el PP piden dimisiones a la oposición el mismo día en que el juez procesa a su reciente cúpula

Miquel Alberola

Le faltaron horas el lunes a la Generalitat, y al partido que la sustenta, para salir en tromba y afear a Esquerra Unida (y por extensión a “la oposición”) su “falta de rigor” y su “mal uso de la justicia” después de conocer el sobreseimiento provisional del llamado caso Calatrava, que todavía puede revivir. El PP fue más lejos y pidió la dimisión de Ignacio Blanco, que es quien ha llevado el proceso judicial sobre las irregularidades que circundan el fallido Centro de Congresos de Castellón, pero ¿debe la Generalitat emitir comunicados (como hizo la portavoz María José Català) contra partidos, aun en el supuesto de que una sentencia, no siendo favorable (como es el caso), exima de responsabilidad penal al Consell?

Porque Català, que debió leer el auto, no desconocía que el juez consigna en su escrito que la Generalitat no actuó como correspondía. “Falta de rigurosidad” en la contratación y supervisión del arquitecto Santiago Calatrava para la construcción de este edificio, dice el juez. Incluso se pregunta si dicha contratación fue “una aplicación de fondos públicos para servir fines distintos”, una “sospecha con mayor o menor fundamento” para la que no ha encontrado indicios que la sustenten, pero tampoco para que la disipen. El comunicado de la Generalitat no tenía otro objeto que, aparte de ocultar eso, criminalizar toda la acción judicial que se está desarrollando a instancias de la oposición. La misma que el lunes llevó al juez José Ceres a procesar a la cúpula del partido por financiación ilegal y el racimo de piezas explosivas que le cuelga y cuyas detonaciones están aún por llegar.

El Consell saca pecho cuando, con la que está cayendo, debiera ponerse de perfil para marcar distancia con lo que le precedió. Y el PP (los vociferantes Jorge Bellver e Isabel Bonig) exige a Blanco que dimita mientras protege a dos procesados que no solo hieden, sino que hunden la raíz de la organización actual en los años sustanciosos de las cloacas y los vertederos. Aunque quién se va a parar a pensar en el futuro en un partido en el que lo único que importa es ya quién se queda con la gestión de la catástrofe presente. “Es un desastre”, como diagnosticó el presidente de AVE, Vicente Boluda, en su responso por el PP y en sus suspiros por un partido nacionalista (en el sentido más extractivo que identitario) que lo reemplace. Porque esa es otra: cuando los empresarios sustituyen a los políticos es que la política ya no sirve para nada. Y la legislatura se está haciendo eterna.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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