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Cuando la pareja es guapa, inteligente y divertida, pero falla la química, ¿qué futuro tiene la relación?

La respuesta está en uno mismo

Cropped Hand Holding Jigsaw Pieces
Panuwat Dangsungnoen / EyeEm (Getty Images/EyeEm)
Manuela Sanoja
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Raro es si no lo has vivido. Conoces a alguien, os atraéis e iniciáis una relación. Todo parece ir viento en popa. Os gustáis físicamente, os hacéis reír el uno al otro, siempre tenéis algo de que hablar, coincidís hasta en la manera de pensar… Pero hay algo que no encaja. Las piezas no terminan de encajar. Falta algo fundamental, falta la química. Difícil situación porque, ¿qué es exactamente la química y por qué falla tanto?

La explicación es compleja. “Lo que llamamos química es parte del contenido biológico, es toda la secreción hormonal que se dispara cuando nos gusta alguien a quien acabamos de conocer y nos anula el razonamiento”, explica el antropólogo de la Universidad Complutense de Madrid David Berna. Es una chispa que aparece entre la primera y la segunda fase del amor, es decir, entre la lujuria y el momento de la atracción. Mala cosa si no la ves en tu relación porque, según los estudios de la antropóloga Helen Fisher, solo hacen falta unos minutos para que se encienda.

No se trata de una llama que aparezca entre las dos personas, sino dentro de cada una de ellas (o de una sola). Y es, hasta cierto punto, una proyección de lo que buscan cada una de ellas, continúa Berna: “Es una visión idealista construida por nosotros mismos. Esa imagen que creamos y que creemos buscar para colmar nuestras necesidades. Es una ficción y una idealización que viene del amor romántico”. Otra vez ese término —sinónimo del apasionado— que no es más que una película de fantasía que nos montamos en la cabeza cada vez que iniciamos una relación amorosa con alguien y que, por sencillo que sea de explicar y de entender, nos condiciona en todo momento.

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Pero la química tiene algo más que el amor romántico y que nuestra capacidad de imaginar historias de amor. “Tiene que ver con las habilidades de seducción de la otra persona, con la manera en la que haces sentir a la otra persona y eso pasa por los canales de comunicación verbales y no verbales”, explica Miren Larrazabal, directora de Psicología Clínica y Sexología del Instituto Lyx. Ojo, que la otra persona sea una patosa a la hora de expresar, no quiere decir que tenga la culpa de que la llama no se encienda. Puede simplemente que contigo no funcionen sus artes de seducción y que con otras personas se le dé de maravilla, aclara la experta. Y, si no es así, siempre “puede aprender a transmitir con la mirada, la sonrisa y los gestos para que la otra persona se sienta especial”, dice la experta.

Claramente esa falta de destreza a la hora de transmitir algo (lo que sea) no ayuda a que se produzca esa reacción química dentro de la otra persona. Sin embargo, hay más motivos. Y muchas veces depende de cosas de las que ni siquiera nos damos cuenta. “Es algo inconsciente y que no siempre vemos”, aclara el antropólogo. Esta pieza del puzle tiene mucho que ver con la educación que hemos recibido y el entorno social en el que hemos vivido. “No nos enamoramos de cualquiera. Tendemos a buscar lo que más se parece a nosotros. Hay todo un componente social, de clase, de género, de raza, de gustos. La gente tiende a buscar parejas similares a sí mismas”. También tiene que ver con los roles de género enseñados, “con cómo has interiorizado que deben ser los hombres o las mujeres, las personas heterosexuales, las homosexuales…”, continúa Berna.

¿Y si no sabes lo que quieres?

Es una pena, pero es así: puede fallar la química a pesar de que la otra persona sea guapa, inteligente, divertida, y —en general— maravillosa. “Si no cumple con esos cánones o le falta alguno, es posible que no salte la chispa y no funcione”, añade el experto. ¿Quiere esto decir que si no surge al principio de una relación, no va a hacer su aparición estelar en ningún momento? Ni mucho menos. Es posible ejercitar la capacidad de autorreflexión si creemos que esa persona puede merecer la pena y queremos darle una oportunidad, aclara Berna. “Es importante hacer una exploración dentro de uno mismo para descubrir qué es lo que nos gusta y lo que no, y todo eso que hemos interiorizado a lo largo de nuestra vida”, dice. Una vez entendido, toca organizar prioridades. “Uno de los grandes problemas de las relaciones de pareja es no conocernos a nosotros mismos”.

Si aun así la cosa no funciona, solo el tiempo tendrá algo que decir. “Muchas veces conocemos a personas y en ese momento de la vida no nos atraen. Sin embargo, con el paso del tiempo descubrimos cosas en común y de pronto nos damos cuenta de que nos ha empezado gustar”, afirma Larrazabal. Aunque puede darse porque la otra persona haya cambiado con los años, dice Berna que “lo más probable es que el cambio haya sido dentro de ti mismo” (ese conocerse mejor del que hablaba). Sea como sea, lo que no podemos hacer —aclaran los expertos— es forzar a que la química aparezca. Hay personas que funcionan mejor como amigos.

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