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Orlando en Sudáfrica: el activismo ‘queer’ de Zanele Muholi

Una exposición en el IVAM de Valencia reivindica su trabajo, que documenta la lucha por los derechos LGTBIQ+ en el continente africano

'Xiniwe at Cassilhaus' (2016), autorretrato de Zanele Muholi.
'Xiniwe at Cassilhaus' (2016), autorretrato de Zanele Muholi.

Con un listón difícil de igualar ahora mismo en los museos españoles, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) propone dos exposiciones que no sólo funcionan maravillosamente bien juntas. También sobrevivirán a la evaporación del impacto de sus temáticas, como son la explotación, el racismo y la homofobia, tres tipos de ceguera que surgen de la misma raíz. La primera presenta la obra de Anna Boghiguian, artista de origen armenio nacida en El Cairo que indaga en el capitalismo como forma de opresión que daña las culturas y aniquila a los individuos. Sus dibujos e instalaciones, creados bajo el aspecto vulnerable de la verdad (tan difícil de encontrar hoy), primero parpadean y después son un estruendo visual conmovedor, el destilado de su don natural para representar procesos históricos que nos visitan una y otra vez: el tráfico de mercancías por el canal de Suez, el Tratado de Versalles, la sobreexplotación de los recursos naturales y la emergencia climática, todos colisionando en un escenario más o menos arbitrario. La segunda exposición, que ya se pudo ver en la Tate Modern de Londres y en el Gropius Bau de Berlín, la protagoniza Zanele Muholi, que se identifica como persona no binaria y comparece en cuerpo y alma como “activista visual” a través de su archivo fotográfico que documenta —y, a veces, estiliza de forma tendenciosa— las vidas de los colectivos LGTBIQ+. Ambos trabajos satisfacen la única sensación de la que podemos estar seguros hoy: nuestra capacidad de transformación. Dicho con las palabras de Hannah Arendt: “La esencia de la libertad humana es la creación de nuevas cosas”.

En este punto, las fotografías de Muholi repudian la victimización y celebran de manera persuasiva la sabiduría erótica de cualquier vida, por mucho que lo que veamos sea un archivo queer sudafricano y negro. Lo más interesante de este trabajo es que nos enseña a hacernos una pregunta, inversa pero crucial en las salas de un museo. ¿Qué piensa el autor de nosotros? Liberadas de la tarea agotadora del sufrimiento por haber sido silenciadas, agredidas o violadas, las personas retratadas se expresan simplemente una y otra vez, en la naturaleza y en las calles que les fueron negadas durante los años del apartheid y aún hoy, en playas y montañas, antes de la lucha y después del éxtasis. Son presencias vigorosas cuya mirada desafiante nos desarma: fuertes madonas, reinas de la belleza y guerreras disfrazadas se entregan ellas mismas a la ficción de sus cuerpos, transmiten simbólicamente una verdad desnuda sobre su propio goce, balanceándose sobre el tiempo, como el Orlando que fabuló Virginia Woolf, el joven que, de repente —tres siglos de historia—, se convierte en una mujer. La transformación del cuerpo, paso a paso, triunfa sobre el tiempo. Se trata de un placer auténtico y difícil. El esteticismo queer de Muholi podría parecer pintoresco, pero es sencillamente provocador.

'Mini Mbartha, Glebelands, Durban, 2010'. Obra de Zanele Muholi en el IVAM
'Mini Mbartha, Glebelands, Durban, 2010'. Obra de Zanele Muholi en el IVAM

En España, sus fotografías se exhibieron por primera vez en la Casa África en 2012 y, desde entonces, ocuparon visiblemente las salas de las bienales, como la Documenta 13 y las de Venecia de 2013 y 2019. El conjunto de 260 imágenes y vídeos que ahora presenta el IVAM está repartido en cinco salas, siguiendo una lógica circular, desde las más recientes de Somnyama Ngonyama (en su idioma materno zulú, “salve, leona oscura”), una serie inacabada que emprendió hace una década con autorretratos estereotipados de las diosas negras, con los cuerpos y la cabeza decorados con peines y abalorios encontrados en los mercados africanos. Finaliza en Faces and Phases, serie todavía inconclusa iniciada en 2006, una selección de su Archivo Photo XP, con más de 500 fotografías sobre las múltiples facetas de la existencia queer negra, desde el orgullo, la protesta y la migración hasta las bodas y funerales.

Las imágenes de Muholi repudian la victimización y celebran la sabiduría erótica de cualquier vida

Afirmar que la obra de Muholi es universal no es impropio en el contexto en el que se desarrolla, la Sudáfrica posterior al apartheid, el primer país del mundo en prohibir la discriminación basada en la orientación sexual, inscrita en la Constitución de 1996. Sus fotografías siguen la genealogía de las artistas feministas de hace ya más de medio siglo, pues denuncian la imposibilidad de las sociedades actuales de reconocer el concepto de la diferencia en cuanto a fuerza dinámica humana. Somos cambio. Muholi fue una niña criada en plena segregación racial, trabajó en una fábrica, fue peluquera y después activista tras comprobar que ni la recién estrenada democracia protegía a las mujeres de los delitos de odio. “Quiero reescribir la historia queer y trans negra sudafricana para que el mundo sepa de nuestra existencia, resistencia y persistencia”, decidió. Con su cámara documentó aquellas vidas con otro enfoque, pues en lugar de seres pasivos retratados serían “participantes” de un proceso colaborativo, amigas, coproductoras, camaradas. Muholi subvierte estereotipos (la Olimpia de Manet, La joven de la perla, la Estatua de la Libertad). En el proceso de posproducción de sus autorretratos aumenta el efecto del color provocando el oscurecimiento de la piel, una habilidad sumamente meticulosa por la que las imágenes no pierden en ningún momento su afirmación frente al espectador. “Sé lo que piensas de mí. Yo subo el contraste, tú baja la voz”, parece decirnos.

Una de las salas de la exposición de Zanele Muholi en el IVAM, el 5 de abril pasado.
Una de las salas de la exposición de Zanele Muholi en el IVAM, el 5 de abril pasado.Miguel Lorenzo

La obra de la documentalista Joan E. Biren es tan crucial para Muholi como Lisette Model lo fue para Diane Arbus. Conoció su trabajo durante un máster en Toronto, en especial sus dos libros autopublicados, Eye to Eye: Portraits of Lesbians (1979) y Making a Way: Lesbians Out Front (1987), que volatilizaron la penuria de los estereotipos lésbicos (las vampiras y púberes erotizantes de David Hamilton) imprimiéndoles otro carácter —y otro destino— dentro de sus vidas cotidianas, visibles en un álbum familiar de amplio espectro. Hoy, igual que Biren (su fondo de 65.000 fotografías, que compone el estudio más importante de la cultura lesbiana en Estados Unidos, está depositado en el Smith College), Muholi sigue haciendo un “activismo visual” insurgente, conmemorativo, con las comunidades queer negras de los townships o áreas residenciales sudafricanas. En nuestro mundo de obscena visibilización, su lema cobra todos los matices: “No puedes iniciar un movimiento libertario sin ser vista”.

‘Zanele Muholi’. IVAM. Valencia. Hasta el 4 de septiembre.

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