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Hugo Moyano, el sindicalista imbatible al que venció una pelota de fútbol en Argentina

El secretario general del gremio de Camioneros está acusado de administración fraudulenta y lavado de activos durante sus ocho años de gestión al frente del club Independiente

El líder sindical Hugo Moyano durante un evento de lanzamiento de su nuevo partido político en Buenos Aires (Argentina), en mayo de 2013.
El líder sindical Hugo Moyano durante un evento de lanzamiento de su nuevo partido político en Buenos Aires (Argentina), en mayo de 2013.Victor R. Caivano (AP)

El fútbol es un trampolín para el poder en Argentina. Pero la necesidad de obtener buenos resultados deportivos lo vuelve un terreno resbaladizo. En él patinó Hugo Moyano, el sindicalista más poderoso desde el regreso del país sudamericano a la democracia.

Fanático del fútbol y del boxeo desde niño, Moyano fundó en 2008 el club Camioneros y en 2014 llegó a la presidencia de Independiente, uno de los cinco grandes de Argentina, donde permaneció ocho años. Acercó al negocio a dos de sus hijos, Pablo y Facundo Moyano, y movió los hilos para que quien era entonces su yerno, Claudio Chiqui Tapia, llegase a la presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Peleado hoy con Tapia, Moyano ha quedado asociado a la grave crisis que atraviesa estos días Independiente. A sus 79 años, el veterano líder camionero guarda silencio, replegado de nuevo en el sindicalismo y con la mirada puesta en las elecciones presidenciales de octubre.

Moyano fue denunciado hace 15 días por presunta administración fraudulenta y lavado de dinero en Independiente por su sucesor en la presidencia del club, el periodista Fabián Doman. Esta semana, sólo seis meses después de asumir, Doman presentó su dimisión de forma inesperada. En declaraciones públicas señaló que la denuncia contra Moyano enrareció el clima en el club y las amenazas anónimas recibidas desde entonces fueron el detonante para dar un paso al costado y dejar al club de Avellaneda con una deuda millonaria y al borde de los puestos de descenso.

Aun sin citarlo, las amenazas denunciadas por Doman agrandan la leyenda negra de Moyano. Referentes opositores lo han calificado de “mafioso”, “violento”, “extorsionador” y “chorro” [ladrón], entre otros insultos, a raíz de bloqueos a fábricas cuyos propietarios no se plegaban a las demandas gremiales o de convocatorias a huelgas y cortes de carreteras.

Reacio a las entrevistas, Moyano ha evitado hablar de la renuncia de Doman. Tampoco se ha referido a la denuncia que le interpuso ante la Justicia, una más en una larga lista de la que hasta ahora ha salido siempre airoso. Su actividad pasa en estas semanas por recuperar protagonismo en la escena pública con un gran acto sindical el próximo 1 de mayo y numerosas reuniones con altos cargos sindicales y armadores políticos.

Moyano nació en 1944 en La Plata, 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, pero pasó gran parte de su infancia en Mar del Plata, la ciudad costera más popular de Argentina. Hijo de un camionero y bombero y de una trabajadora fabril, fue el único varón de cuatro hermanos.

Tuvo su primer empleo a los 11 años: ponía etiqueta a los embutidos en una fábrica. Después fue repartidor de una carnicería y a los 17, a través de su padre, entró en la empresa de mudanzas Verga Hermanos. La disputa por tener un uniforme laboral fue su primer acción sindical y pocos meses después debutó como conductor de camiones y delegado gremial. Fue un camino ascendente que lo llevó hasta la secretaría general del gremio de Camioneros, en 1987, y a controlar la mayor central obrera de Argentina, la Confederación General del Trabajo (CGT), en 2004.

Camioneros asisten a un mitin para celebrar el Día del Camionero con camisetas con el rostro del líder sindical Hugo Moyano en Buenos Aires, en diciembre de 2009.
Camioneros asisten a un mitin para celebrar el Día del Camionero con camisetas con el rostro del líder sindical Hugo Moyano en Buenos Aires, en diciembre de 2009.Natacha Pisarenko (AP)

“Que todo lo que ande sobre ruedas sea de Camioneros”, fue el lema del sindicalista estadounidense Jimmy Hoffa que Moyano usó como guía para la expansión de su poder. De forma directa o a través de sus hijos, hoy controla la recolección de basura, la distribución de gasolina y hasta los peajes.

La fuerza de su poder tiene un origen económico: más del 90% de lo que produce Argentina se transporta por carretera. Desde hace más de tres décadas, el hombre capaz de paralizar ese tráfico vital de camiones es el mismo: Moyano. O el Negro, como lo llaman amigos y aliados.

Mariano Martín, periodista especializado en sindicalismo y coautor de la biografía El hombre del camión, junto a Emilia Delfino, dice que “a pesar de la edad, de los achaques y de que el poder no lidie con él de la misma forma que hace 20 años, Moyano seeguirá siendo un dirigente importantísimo e insoslayable para el Gobierno mientras esté a cargo del sindicato del que depende el transporte del 90% del PIB argentino”. “Mientras no haya una modificación sustancial, que nada indica que vaya a suceder en los próximos años, él es el hombre de referencia para negociar”, asegura Mariano Martín.

Peronista de cuna, Moyano no ha dudado sin embargo en acercarse o plantarse frente a sucesivos Gobiernos con tal de defender sus intereses. La gran sintonía que mantuvo con Néstor Kirchner y con su esposa y sucesora, Cristina Kirchner, se plasmó en importantes espacios ganados en el Poder Ejecutivo: el área de Transporte y la de Obras Sociales (sistema de salud sindical) quedaron en manos de personas leales a Moyano.

El líder sindical de camioneros Hugo Moyano y la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, durante un mitin para celebrar el Día de los Camioneros en Buenos Aires, en diciembre del 2009.
El líder sindical de camioneros Hugo Moyano y la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, durante un mitin para celebrar el Día de los Camioneros en Buenos Aires, en diciembre del 2009. Natacha Pisarenko (ASSOCIATED PRESS)

Conglomerado empresarial

Su fortuna creció como nunca en esos años a través de una próspera red de empresas controladas por su tercera mujer, Liliana Zulet, hoy en la mira de la justicia. La principal se llama Iarai y gestiona las clínicas y geriátricos de la obra social de Camioneros, que tiene una caja millonaria. Pero forman parte del emporio familiar también la constructora Aconra, la empresa de seguros Caminos protegidos, la textil Dixey S.A. y la empresa de seguridad Las Marías, entre otras muchas.

Investigaciones periodísticas apuntan a que su patrimonio ronda los diez millones de dólares e incluyen entre sus bienes de mayor valor una exclusiva finca de 10.000 metros en Parque Leloir, en la periferia oeste de Buenos Aires.

Moyano se casó tres veces y tuvo siete hijos. Pablo, el primogénito, es secretario adjunto de Camioneros y cotitular de la Secretaría General del Trabajo. Paola, la segunda, estuvo casada con Claudio Chiqui Tapia, el actual presidente de la AFA que trajo la Copa del Mundo desde Qatar. Karina, psicóloga social, está al frente del área de Género de Camioneros. Emiliano murió en 2011, a los 36 años. Facundo, al frente del sindicato de peajes, fue diputado por el Frente de Todos (en el Gobierno) hasta 2021. Hugo Antonio, abogado, es el asesor legal de una decena de gremios de la CGT. Jerónimo, el último, es el único hijo en común con Zulet, su actual pareja.

La relación con la Casa Rosada se tensó a partir de 2011, cuando Fernández de Kirchner fue reelegida con el 54% de los votos. “Cristina entendió que con ese caudal de votos no tenía que repartir poder y Moyano no es una persona que acepte dócilmente migajas. Cuando se alejó Cristina, él actuó en espejo”, dice Martín.

Moyano convocó a huelgas generales en 2014 y 2015 y se acercó al Mauricio Macri durante la campaña electoral con la que el ex alcalde de Buenos Aires llegó a la presidencia. Pero los primeros cortocircuitos no tardaron en aparecer y el sindicalista se convirtió en uno de sus más férreos opositores en las calles.

Meses atrás, cuando parecía que Macri iba a buscar la revancha frente a Alberto Fernández, Moyano lo tildó de “trastornado” y “descerebrado” y advirtió a los suyos que, de ganar la coalición opositora Juntos por el Cambio (JxC), buscarían meterlos presos. A diferencia de su hijo Pablo, alineado con el kirchnerismo, el patriarca de la familia se ha acercado en las últimas semanas a los sectores más ortodoxos del peronismo.

Hugo Moyano pronuncia un discurso durante una manifestación por el Día del Trabajo en Buenos Aires (Argentina), en abril del 2011.
Hugo Moyano pronuncia un discurso durante una manifestación por el Día del Trabajo en Buenos Aires (Argentina), en abril del 2011.Natacha Pisarenko (ASSOCIATED PRESS)

Múltiples denuncias

En los noventa, la Justicia investigó a Moyano por tenencia ilegal de drogas después de haber encontrado al menos 300 gramos de cocaína en su oficina. Él alegó que la habían sembrado y nunca pudo ser inculpado. Una década más tarde, enfrentó otro juicio por presunto enriquecimiento ilícito y desvío de fondos del sindicato a las empresas familiares que tampoco prosperó. La semana pasada, la justicia archivó otra causa que había sido abierta contra él en 2011 por presunto lavado de activos por más de un millón de dólares y la aparente creación de una empresa fantasma. De la denuncia por presunta administración fraudulenta y lavado de activos como presidente de Independiente por ahora no hay novedades.

Los hinchas del Rojo se han sumado a la lista de enemigos cosechada por Moyano a lo largo de sus seis décadas de actividad sindical. Lo acusan de haber robado una fortuna y haber agravado la crisis económica del club hasta dejarlo al borde de la bancarrota. Moyano ignora las acusaciones y después de años de ir por libre busca tender puentes con dirigentes sindicales. Es una apuesta contrarreloj: fortalecerse todo lo posible de cara al triunfo opositor que vaticinan las encuestas en las presidenciales de octubre próximo.

Hugo Moyano, levanta la mano durante una asamblea extraordinaria de la Asociación Argentina de Fútbol, el 11 de julio de 2016, en Ezeiza (Argentina).
Hugo Moyano, levanta la mano durante una asamblea extraordinaria de la Asociación Argentina de Fútbol, el 11 de julio de 2016, en Ezeiza (Argentina).Amilcar Orfali (LatinContent via Getty Images)

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