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Yurni Lezama, el corredor pemón que no se rinde ante el asfalto de Caracas

El atleta de la etnia taurepán del sur de Venezuela que ha ganado dos ultramaratones busca romper su marca en el Maratón CAF este domingo. La primera vez que lo intentó, el asfalto y la contaminación jugaron en su contra

Yurni Lezama Caracas
El indígena pemón Yurni Lezama, entrena antes del maratón CAF en Caracas (Venezuela), el 17 de marzo de 2023.Gabriela Oráa
Florantonia Singer

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Yurni Lezama se para siempre con un pie adelante. Está listo para correr. Es lo que ha hecho toda su vida en la sabana y los tepuyes del sur de Venezuela y lo que lo convierte en el protagonista del documental en proceso titulado Katunko, que en la lengua de Yurni significa justamente eso que tanto le gusta hacer: “correr”. Este domingo, el pemón de la etnia taurepán intentará por segunda vez correr Maratón CAF, organizado por CAF-banco de desarrollo de América Latina, que regresa a las calles de Caracas después de una pausa de seis años.

El indígena de 28 años hizo un viaje de tres días para llegar a Caracas desde la comunidad Paraitepuy, un caserío en la frontera de Venezuela y Brasil que es la antesala del Roraima, el que ha sido su gimnasio particular desde muy joven cuando comenzó a trabajar como “porteador”, encargado de llevar en la espalda hasta 15 kilos de carga montaña arriba con el equipaje y la comida de quienes van de expedición. “El Roraima lo subía tres veces al mes”, dice sin hacer alarde de su hazaña. Son unos 2.800 metros hasta llegar a la cima de El mundo perdido de Arthur Conan Doyle, una pared milenaria que es un misterio para los geólogos, que se cubre en tres días de ascenso y que para Yurni era su trabajo.

Yurni Lezama estira antes de un entrenamiento.
Yurni Lezama estira antes de un entrenamiento.Gabriela Oráa

Al terminar una jornada, hace ya siete años, Yurni se cruzó con el cineasta Javier Melero, director y operador del dron con el que en los últimos años, junto a su socio en Trapiche Films, el productor Gustavo Alemán Troconiz, ha rodado el cortometraje documental que cuenta cómo se coló entre los más de 5.000 corredores que se apuntaron al Maratón CAF de 2017 y logró completarlo en 3 horas y 20 minutos. La historia terminará de grabarse este domingo, con apoyo del banco, cuando la ciudad estará paralizada entre las 6 de la mañana al mediodía mientras un río de maratonistas la corre a pulmón y, entre ellos, Yurni busque una mejor marca.

“Un amigo que conocí en una expedición en 2016, la primera vez que subí al Roraima, tenía una gorra del Maratón CAF. En un momento, cuando ya estábamos abajo, Yurni se me acercó a preguntarme cómo era esa carrera de la gorra, que si era muy costosa, que a él le gustaba correr y ahí entendí que tenía una historia”. Así recuerda Melero la casualidad con la que comenzó todo. “Unos meses después me llamaron, me pidieron mi número de zapato y de cédula y me quedé emocionado. Así llegué a Caracas la primera vez”, completa Yurni agarrado del castellano de Melero.

El atleta pemón durante un entrenamiento en Caracas.
El atleta pemón durante un entrenamiento en Caracas. Gabriela Oráa

Yurni no es un principiante. Ha ganado dos ultramaratones en el Estado de Bolívar de 85 kilómetros, el doble de lo que correrá mañana. “En la Gran Sabana es muy fácil correr”, dice. “El aire está limpio”. Recuerda que cuando salió del corral de corredores ese 19 de marzo de 2017, a los 25 kilómetros de camino comenzó a sentir el cansancio y los calambres. “Le di pela a mis pulmones”, dice y se ríe. Para esta segunda vez, cree que está más preparado. El pedazo de vía con asfalto más cercano a su casa queda a 26 kilómetros, a unas cuatro horas de caminata, la misma distancia que debe recorrer para llegar a un claro de señal telefónica para comunicarse con el mundo. Hasta ahí ha ido a correr en las últimas semanas, sin entrenador ni máquinas. “Yo corro con el corazón”.

Después de la pandemia y con la profundización de la crisis económica en Venezuela —que ha perdido dos tercios de su PIB en la última década— el turismo del que vivía Yurni disminuyó y el joven atleta debió dedicarse a la siembra de supervivencia. Las dificultades para cultivar sus condiciones atléticas son en parte las que también atravesaron los productores para grabar. Yurni está lejos de todo y en Venezuela, un viaje al Roraima puede costar lo mismo que ir a Europa. Grabar en estos lugares inhóspitos implicó una logística especial que también tuvo que lidiar con la lluvia que es de las pocas certezas de esas expediciones. Llevaron unos siete cargadores de respaldo para las baterías de las cámaras, armaron un equipo pequeño y multitarea. Con un golpe de suerte y la paciencia del documentalista pudieron rodar imágenes insólitas de estos parajes, que fueron presentadas esta semana en un cine de Caracas, con Yurni en la sala, como un adelanto a lo que será Katunko: el viaje de Yurni. “El último plano que grabamos en la cima del Roraima es un milagro”, recuerda Alemán Troconiz. “Cuando llegamos al sector que se conoce como La Ventana, en lo más alto, donde se ve de un lado el cerro Kukenán, estaba todo nublado”. Se hacía tarde y en pocas horas tendrían que bajar a las cuevas, conocidas como “los hoteles”, donde se hospedan quienes suben al tepuy. “De pronto las nubes se abrieron como un telón y tuvimos los cinco minutos de claridad que necesitábamos”.

Lezama entrena en una calle de Caracas.
Lezama entrena en una calle de Caracas.Gabriela Oráa

El director construyó el guion junto con Yurni, quien habló en su lengua durante la mayor parte de las grabaciones. “Como venezolano, nunca había escuchado el taurepán y me parece una lengua muy bonita y sonora y quisimos mostrar esa otra riqueza”. Más allá de la exuberancia natural y urbana que se muestra en el viaje del documental, para Melero la historia esconde una metáfora que también tiene que ver con los contrastes de la vida después de la pandemia, que es extrapolable a la región, y de la propia situación de los venezolanos. “No tenemos todas las de ganar, pero todavía hay quienes como Yurni que se atreven a soñar en grande”. Este domingo Yurni le pondrá nuevas horas y minutos a ese sueño.

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